Así es como vuela la corrupción en Maiquetía
- Leo Felipe Campos
- 21 mar 2015
- 6 Min. de lectura

Llegué temprano al aeropuerto y me topé con lo que ningún viajero quiere: una atenta y justa funcionaria de la aerolínea que me aclaró, con amable paciencia, que mi boleto nunca fue comprado, que mi cédula y mi nombre no aparecían en la lista de pasajeros y que lo sentía mucho pero que diera paso al siguiente hombre en la fila, por favor.
Por fortuna, tuve una buena educación y nunca reacciono responsabilizando a otros de mis despistes, así que le di las gracias y ella me devolvió el gesto abriendo por compasión una lejanísima posibilidad.
—Señor, allá están anotando a los que se van a "colocar" en la lista de espera.
Cabizbajo y con mi maleta rodante, fui a que otra mujer me advirtiera, con expresión de desconsuelo, que ya había muchas personas y que ni lo pensara, porque sería prácticamente imposible que yo abordara ese avión. De paso, era el único vuelo diario de Láser a donde yo me dirigía, la pujante Barcelona de Anzoátegui.
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